A las cinco de la tarde
(Michel Mouffe, traduccion Carles Torres)
El proyecto "A las cinco de la tarde" es sobre todo un proyecto pictórico que busca capturar la mirada del espectador con una genealogía de la pintura.
Lo que aparece de primeras como pinturas abstractas, casi monocromas, muestra rápidamente su superficie a raíz de la construcción particular del lienzo y su marco, deformado, estampado.
Es entonces, cuando la pintura expresa su singularidad y desafía los dogmas de la modernidad —la planicie, por ejemplo— para afirmar una presencia diferente.
Así, se captura la mirada, que no puede rehuir del descubrimiento de una pintura construida en estratos, al encuentro de una superficie inestable y en movimiento por la composición de los colores y de los trazos. Es, probablemente, en un tercer acto de percepción cuando, poco a poco, se descubre un retrato enterrado en la masa coloreada.
Me he centrado para que la experiencia pictórica que propongo revele una presencia, una fuerza, un estar. Por este motivo, reivindicamos una pintura irreproducible, indescifrable, inasignable. Lo hice durante mucho tiempo utilizando "motivos" abstractos de la modernidad: la parrilla, el entrelazado, el límite, el marco y los componentes de la pintura.
Presentar la figuración como composición subyacente de los efectos de una pintura en los márgenes de lo abstracto es mi deseo para encarnar la presencia y relacionarla con la memoria, es decir, en la historia y en su lugar. Es reconocer desde el principio un ámbito político.
Insisto en que hablo de la pintura y su corolario. Es decir, hablo de que vemos, como lo vemos y a través de qué presencia lo vemos.
Introducir la figuración a mi propia singularidad pictórica me ha impuesto una serie de decisiones. La composición de las imágenes subyacentes, sus contrastes y sus colores, se establecen de acuerdo con las capas de color que los cubrirán y permitirán su persistencia. Reemplazan los motivos abstractos anteriores. Asumen tanto la fuerza compositiva como la capacidad de hacer viajar la mirada interminablemente. Estas imágenes permiten finalizar las pinturas al margen de la abstracción.
Introducir la figuración —en este caso, retratos—, debía nacer del particular —el pintor, su lugar, etc.—, pero necesariamente abarcar lo universal, es decir, cada uno de nosotros.
Por eso, he optado por representar los fusilados del franquismo en Formentera. Estas ejecuciones abarcan lo universal en unos tiempos difíciles para la democracia, en un momento en que el mundo entero sufre la violencia y la injusticia y, en definitiva, donde el ser humano está lejos de ser humano. Entonces, mientras la pintura se desarrolla en palimpsesto, el sentido profundo de su discurso escondido «en pintarse allí» es la memoria, el tiempo, el mal, nosotros.
Finalmente, el enfoque de este trabajo permite experimentar el efecto de lo que está escondido o, de cómo lo oculto se revela, en un proceso pictórico que finalmente nos manifiesta.
El material fotográfico utilizado para los retratos es pequeño y de mala calidad. Sólo algunos de los fusilados de la isla dejaron un rastro fotográfico en la historia. Así, amplié el círculo de los representados aquellos que tenían conexión con Formentera o los que, por su muerte, representaban la universalidad del mal fascista.
Pienso sobre todo en Bárbara García Doreto de Eivissa —la única mujer de esta serie— y Federico García Lorca —la poesía, del arte— que me dio el título de este proyecto: "A las cinco de la tarde" , tomado de su 'Llanto por Ignacio Sánchez', el amigo muerto bajo los cuernos del toro. Por supuesto, este proyecto también es, de alguna manera, una canción funeraria, a la vez que un reconocimiento.
Me atrevo a decir que el acto de reconocimiento es el acto visual que ocurre ante mis pinturas, las cuales saben bien que lo que se reconoce es evidente y, por tanto, que lleva la fuerza de lo universal y su parte desconocida.
Formentera, Can Roget, 30 de octubre de 2018